El centro de formación profesional de Emaús Solidaridad Uagadugú para paliar la falta de escolarización y formación en Burkina Faso
Con ocasión de la celebración del día internacional de la educación el 24 de enero, Emmanuel Siambo, responsable del grupo Emaús Solidaridad Uagadugú (ESO) de Burkina Faso, nos habla del trabajo que viene realizando su grupo desde hace años para ofrecer a los niños en situación precaria acceso a la educación, un derecho del que se ven a menudo privados. Nos explica cómo el Estado, siguiendo un programa de ajuste estructural, dejó de financiar la educación en todas las esferas de la enseñanza (primaria, secundaria, superior), y las consecuencias desastrosas que ello ha tenido, en particular para las capas más desfavorecidas de la sociedad.
Burkina Faso es un país neocolonial, agrícola y subdesarrollado. Enfrenta importantes desafíos para su desarrollo, y la población más pobre, que constituye la gran mayoría de la población del país, no tiene los derechos fundamentales garantizados. Estas personas viven en una situación de gran precariedad, bajo el umbral de la pobreza.
Entre el periodo colonial y el neocolonial, la gran mayoría de los jóvenes del país no ha tenido, y sigue sin tener, acceso a la escuela, y como consecuencia, a la educación, uno de los derechos fundamentales. Desde 1970 hasta nuestros días el país ha vivido una caída en picado debido a las reformas emprendidas, siempre a tientas, que han acabado en fracasos. Esta situación se ha agravado con la imposición por parte del Banco Mundial y el FMI de programas de ajuste estructural, que exigen, entre otras cosas, que el Estado se desentienda de los sectores sociales, como la educación, en todos sus niveles (primaria, secundaria, superior). En su informe (BM, 1087 p. 96), el Banco Mundial señala que “el programa de ajuste del sistema educativo y de formación estará compuesto por dos ejes: la diversificación de las fuentes de financiación y el control de los costes unitarios”. Evidentemente, si el Estado deja de implicarse, le toca pagar a la población.
Con la aplicación del programa de ajuste estructural en el sector de la educación se da una diversificación de las fuentes de financiación, con las consecuencias desastrosas que ello conlleva, en particular para las capas desfavorecidas de nuestra sociedad.
Entre los jóvenes que tienen la oportunidad de ir a la escuela, son muchos los que a medio camino abandonan la enseñanza por varios motivos: falta de escuelas públicas suficientes, predominio de establecimientos privados que tienden a buscar el beneficio, el coste elevado de las matrículas, la falta de recursos de los padres para sufragar dichos gastos, etc.
En este contexto, y cumpliendo con su cometido de trabajar con los más pobres, ESO ha decidido crear su propio centro de formación profesional en corte y confección. Se encarga de formar a jóvenes en una profesión que les permita, una vez fuera del centro, empezar a trabajar por cuenta propia y evitar así el desempleo. El centro acoge a niños de familias pobres, huérfanos y niños que han tenido que abandonar la enseñanza convencional por falta de recursos.
El centro tiene una enorme demanda, vista la alta tasa de abandono en el sistema de formación. Esta situación ha llevado a la asociación a implantar dos ciclos de formación de tres años por promoción cada uno, con los que se obtiene un Certificado de Cualificación Profesional. El centro cuenta con 120 aprendices al año y seis formadores permanentes. Son muchos los que obtienen el certificado final (alrededor de entre el 75 y el 100% aprueban cada año el examen final del certificado), y empiezan a trabajar por cuenta propia en talleres en las ciudades de Burkina Faso. Algunos acuden a los eventos organizados por ESO para mostrar su agradecimiento a la asociación.
El coste anual de la formación es todo lo bajo que puede ser (menos de 100 euros) para mantener la calidad de la formación impartida, y la demanda va en aumento.
Más información sobre el centro de formación profesional ESO → http://actemmaus.org/es/project/show/119
