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Testimonio de Lucie Coutaz sobre la juventud - Revista Faims & Soifs des hommes, abril-mayo 1970

En este Día Internacional de la Mujer, Emaús Internacional quiere rendir homenaje a Lucie Coutaz, que durante más de 37 años trabajó junto al Abbé Pierre y realizó una ingente labor por el movimiento. El testimonio que redactó, pensando en los jóvenes, para la revista Faims & Soifs des hommes (n.° 6-7, abril-mayo de 1970) es uno de esos pocos textos que nos permiten saber algo más acerca de quién era.

 

Revista Faims & Soifs des hommes n° 6-7, abril-mayo 1970, páginas 10-11 - Testimonio de Lucie Coutaz sobre la juventud

«Tengo 17 años, estoy buscando…»
«Tengo 20 años, estoy buscando, como mucha otra gente…»
«Soy de los que buscan, ayúdeme a encontrar…»
«¿Qué puedo hacer par ayudar a quienes sufren?»
«…para hacer el mundo más humano y más justo…?»

Sois cientos, de todas las edades, los que le habéis hecho este tipo de preguntas al Abbé Pierre. Llamamientos emotivos, como ese tan estremecedor de la joven Evelyne, quien, unas horas más tarde, exhalaba su último aliento en la Tierra, aplastada por el desprendimiento de tierra de Roc des Fiz…

Al leeros, sentí la urgencia de responderos a cada uno, sobre todo a vosotros, quienes apenas empezáis la vida, porque, después de 25 años trabajando con el Padre, me habéis rejuvenecido de golpe con cincuenta y pico años, transportándome a vuestra edad, cuando me hacía las mismas preguntas, tenía las mismas inquietudes y la misma impaciencia por vivir, por servir de algo, ser alguien, sentir que tenía mi lugar en la comunidad humana.

Y sí, tenéis razón al albergar grandes deseos y grandes sueños de futuro. No seré yo quien apague vuestro entusiasmo de un soplo, al contrario, soplaré para avivar la llama. Es esa generosidad lúcida e inteligente que vais a cultivar durante vuestra juventud la que os va a permitir, si sois perspeverantes, preservar el mismo ímpetu con el paso de los años, para actuar con voluntad fundada.

Estáis todos hirviendo de impaciencia, queréis revolucionarlo todo. Algunos hablan de dejar de estudiar porque «no sirve para nada», otros dicen «me he hartado».
¡Qué gran error! Esas prisas por querer ser, cuanto antes, acaso no ocultan un paso atrás ante el arduo esfuerzo de tener que renovar, cada día, a lo largo del año académico?
Sean cuales sean los estudios que hacéis, son vuestro momento de llenar la despensa. Cuanto más abundantes sean vuestras reservas, mejor podréis responder más adelante a los llamamientos de los otros, si, además, esos “otros” os notan abiertos y acogedores con los problemas que les generan sufrimiento y que vendrán a confiaros.

El Abbé Pierre repetía a menudo: «No por mucho madrugar amanece más temprano». No cortéis el arbolito para hacer fuego, dejadlo crecer y madurar, para que pueda convertirse en un árbol hermoso.

La gente me dice: “¡Qué suerte tiene de poder hacer lo que hace!”

Permítanme reírme… Esta aventura de Emaús es una bonita historia para contar y todas las divertidas anécdotas que contamos son estrictamente genuinas. Sin embargo, cuando las vivimos, no siempre es divertido. Obviamente ha habido muchas lágrimas, muchas penas… y esa es la perspectiva desde dentro, muy distinta, porque retrata la banalidad de los humildes trabajos del día a día.

Pero hay —y este es el testimonio que quiero dejar a todos nuestros jóvenes amigos que están buscando— una especie de motivación interior para ponerse al servicio de quien sufre, de quien nos necesita. Ponerse al servicio de la humanidad entera, pero la humanidad que empieza aquí cerca, a nuestra puerta. Esto me recuerda el grito del poeta al sol: “¡Tú, sin el que las cosas no serían lo que son!”

El Abbé Pierre decía “Emaús no es lo que hemos hecho, sino lo que nos ha pasado”. Sí, es lo que nos ha pasado, porque siempre que nos hemos cruzado con alguien que sufría, hemos querido hacer nuestro su sufrimiento y, juntos, hacer lo necesario para que saliera adelante.

Cuando miramos Emaús desde fuera, nos impresiona la envergadura de las acciones realizadas con tan pocos medios, por personas tan insignificantes. Las acciones que se nos presentaron en el camino no eran extraordinarias; eran, primero, ese sufrimiento interior de tropezar con el dolor de otra persona, sin saber cómo íbamos a salir adelante… Y después, también había que cocinar, lavar la ropa, limpiar, etc., sin olvidar los duros golpes…

Obviamente, reconozco que en todo esto también hay consuelo, pero lo que predomina es la inmensidad de todo lo que no podemos hacer. Emaús es una gran lección de humildad: hay que poder hacer todo lo posible y, al mismo tiempo, reconocer su impotencia ante la envergadura de todo lo que habría que hacer…

Pero en esta lucha diaria, lo más maravilloso es el encuentro con lo Absoluto y lo Eterno que reside en cada uno de nuestros prójimos. Lo Eterno, que es Amor.
Así que ¡ánimo y alegría! ¡Y buen viaje!

L. Coutaz


Lucie Coutaz, secretaria del Abbé Pierre,

…desde las trágicas horas
de la Resistencia
en el Delfinado…
Juntos,
al servicio
de los que sufren.

 

Testimonio de Lucie Coutaz sobre la juventud
Revista Faims & Soifs des hommes n° 6-7, páginas 10-11
Abril-mayo 1970

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A propósito de Lucie Coutaz

Fue en las redes de la Resistencia francesa frente a los nazis donde, en marzo de 1943, el Abbé Pierre conoció a Lucie Coutaz, a la que el coronel Descour se refirió como una «resistente desde el primer momento» en la ceremonia celebrada en Lyon el 10 de julio de 1945, en la que le hizo entrega de la Cruz de Guerra con estrella de bronce.
Cuando en abril de 1945 el Abbé Pierre la visitó en Grenoble, le pidió que trabajara con él. Lucie Coutaz aceptó su propuesta y, desde ese instante y hasta su muerte, en 1982, fue la apreciada y fiel colaboradora del fundador del movimiento, con el que compartió las tareas que implicaban sus diferentes cargos oficiales y al que apoyó incondicionalmente en los momentos más difíciles.
El Abbé Pierre decía de Lucie que en ella se unían el «temperamento de jefa» con el heroísmo que hacía falta para aceptar «permanecer a la sombra de otra persona1». Lucie Coutaz, que trabajó incansablemente a su lado, solo escribió dos libros y apenas nos dejó textos sobre su vida, sus motivaciones y su papel dentro del movimiento.
El testimonio que redactó, pensando en los jóvenes, para la revista Faims & Soifs des hommes (n.° 6-7, abril-mayo de 1970, págs. 10 y 11) es uno de esos pocos textos que nos permiten saber algo más acerca de quién era.

 

1Brigitte MARY, para Emaús Internacional, 8 de noviembre de 2018 "Lucie Coutaz, su apoyo al Abbé Pierre en su trabajo y en particular a Emaús, su papel como mujer en Emaús" (en francés).

Testimonio de Lucie Coutaz sobre la juventud - Revista Faims & Soifs des hommes, abril-mayo 1970